San Juan Bosco en el recuerdo
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Sergio Román Armendáriz | Domingo 2 de octubre de 1988
Periódico La Nación, San José, Costa Rica, A.C.
Entonces era alumno de enseñanza primaria en un puerto fluvial de América del Sur. Cuando las lecciones concluyeron, nuestro profesor, un sacerdote salesiano nos obsequió una estampa de San Juan Bosco y nos resumió, con palabras sencillas, el valor que encierran y proyectan la práctica de la virtud y la disciplina del estudio.
Visito la capilla, otra vez, paso a paso, desde la puerta interna hasta el altar de María Auxiliadora.
Otra vez he vuelto a verme años atrás persiguiendo a toda velocidad una pelota de fútbol en medio del griterío y las zancadillas de los compañeros a la sombra de los gigantes árboles del patio.
Otra vez me ubico en mi pupitre de madera y acaricio sus lastimaduras mientras van surgiendo en el pizarrón, con trazos de tiza blanca, operaciones aritméticas y análisis gramaticales.
Otra vez, hipnotizado por la emoción, desemboco en el salón del escenario en donde ensayábamos elementales representaciones dramáticas y nerviosos certámenes de catecismo.
Otra vez he vuelto a guiarme por las líneas penumbrosas de las escaleras y los atardeceres de una infancia y una escuela que ya no existen, que sólo la memoria y la saudade me devuelven, paso a paso.
Recupero la fragancia del laboratorio y el silencio de la biblioteca; el sollozo de la campana; el sabor de las frutas y de las lecturas en voz alta en el comedor y el agridulce sobresalto de los exámenes; las calificaciones dormidas en la libreta dominical; el incienso y el latín de las misas diarias; el desafinamiento del coro y el solemne sermón en la jornada de ejercicios espirituales y los pactos para pelear a la salida allí nomás por el sector de las curtiembres y el temblor de la primera publicación y el enorme rumor del río Guayas y...
...allí empecé a buscar a Dios en el concreto amor al prójimo y al pueblo.
La estampa de San Juan Bosco se extravió hace tiempo, en una curva del exilio, pero su hilo de seda y su mensaje quedaron impresos en mí corazón, para siempre.