Técnica inductiva

Ruta: Pedagogía: Anexos

Carta a una amiga educadora

Asunto: Acerca del método inductivo que apliqué en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Costa Rica (ECCC/UCR, 1980-1992)

A tu curiosidad, contesto.

Cuando, fuera de mi país, el Ecuador, tuve que atender mi sobrevivencia, entonces derivé mi atención al único espacio laboral al que pude acceder al refugiarme en Costa Rica: la educación aplicable primero al teatro y luego al periodismo, para cuyo ceremonial, adapté al aula, el método inductivo que ya había usado en mi vida de aprendiz de las ciencias sociales y de militante de la literatura y la política.

Así, observando los misterios gozosos del proceso y reflexionando acerca de ellos, fui descubriendo al partir desde el ejemplo y el ejercicio concretos y cotidianos, hasta llegar a la natural condensación de los principios teóricos fundamentales, que se trataba de un rito que además les interesaba a alumnos y alumnas cuando iban asumiendo un papel de cogestión de la clase. Entonces ya no se sentían muebles de la pasividad, sino coagentes del cambio educativo. Les agradaba el riesgo, a la vez, ético y hedónico y pragmático.

Esto lo aprendí aplicando una de las categorías del materialismo dialéctico: la interacción entre lo general y lo particular. El diccionario filosófico-marxista de Iudin y Rosenthal de Wadded Hellal, me ayudó mucho.

Bueno, lo aprendí también al modular la técnica de las parábolas del Evangelio, verbigracia, la del buen samaritano que, en verdad es un cineminuto de acción porque suceden cosas extremas y contrastantes pero, a lo que voy es que de esa historia (la del samaritano = ejercicio + ejemplo = praxis) fluye de manera adecuada el concepto, en este caso, -revolucionario- (teoría) que Jesús quiso subrayar: ¡el amor al prójimo!, lo cual, en cinematurgia llaman la revelación moral y en la vida cotidiana, moraleja.

La observación de los detalles de la vida diaria, ayudan sobe todo si llevamos la bitácora donde depositar, en pocas palabras o con pocos rasgos icónicos, esas observaciones, esa ceremonia de que lo ordinario unido a lo ordinario no dé por resultado dos manifestaciones vulgares, sino una manifestación o epifanía extraordinaria, sin dejar la condición de ordinariez de los componentes de la suma inicial.

Un resumen de tales ejemplos y ejercicios los estoy incorporando, un poco al azar, en el segmento Pedagogía de mi página web. Después, quizá los organice en Casos y los difunda además por la imprenta.

Creo que si algo recuerdan mis exalumnos y exalumnas es esta dinámica que podría llamarse complicando el asunto: Del percepto al concepto, o De la impresión a la expresión.

Sergio Román Armendáriz
Profesor emérito de la Escuela de Ciencias de la Comunicación
Universidad de Costa Rica (UCR) 2008

romantic@racsa.co.cr | www.sergioroman.co.cr

Curridabat, San José, CR, 21 de setiembre del año 2008
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