Oficio y negocio del lenguaje

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La dedicatoria de la XIII Muestra de Cine y Vídeo Costarricenses 2004,
es una alegría que deseo compartir con esta respuesta dirigida a sus jóvenes participantes (*)

Sergio Román Armendáriz
OFICIO Y NEGOCIO DEL LENGUAJE
¡Volvamos creativas nuestras limitaciones!

La utopía seduce.

Tratadistas y militantes de la pedagogía, sintetizan tres motivaciones para forjar personajes de la escena y la pantalla. La primera, remite a la motivación ética que ejemplifica Sócrates cuando, al beber el veneno obligatorio, cumple su deber ciudadano. La segunda, implica la motivación hedónica, cuando Sócrates bebe vino porque le agrada. Y, por último, funciona la motivación pragmática, cuando Sócrates bebe agua para calmar la sed. Personas aficionadas a la filosofía y a la metafísica añaden la motivación trascendental transformadora del agua, el vino y el veneno en puentes que vuelan hacia lo sagrado.(**)

Al margen de la trascendencia, mi compromiso ha intentado armonizar las tres primeras motivaciones de tal modo que, al compartir experiencias y “al colaborar y servir”, sólo he buscado orquestar el deber, el placer y la praxis de nuestra profesión.

En calidad de instructor o asesor o simple curioso, desde los años sesentas mantengo una relación respetuosa con “el ámbito de las imágenes en movimiento”.  Si la faena merece aceptación, tal percepción triplica mi compromiso.

Al margen, juzgo pertinente evocar un dato que ya he expuesto en charlas privadas, foros y publicaciones porque, a pesar de su aparente naturaleza polémica, es una referencia indispensable para animar la reflexión y la praxis:

Siete largometrajes nacionales se han realizado entre 1930 y 1999. Uno por década. Este promedio pierde presión pues en cada uno de los cinco primeros años del siglo 21, hemos asistido al estreno de cinco nuevas cintas mayores. (***)

El salto cuantitativo y la disciplinada evolución de las técnicas narrativas y de manufactura, son innegables y marcan una tendencia optimista.

Cada doce meses, para exhibir sus frutos, el talento juvenil nos reúne en este emblemático edificio capitalino, el Variedades, que si fuese adquirido por el Estado o por organismos cooperativos o por entes privados con vocación social, mancomunados o independientes, dicha decisión alentaría a transformar este espacio bello pero pasivo, en el núcleo de un circuito ístmico de diseño y producción de programas para la pantalla y la escena, y en el eje de una red criolla de cinematecas y de concursos y talleres afines. Otra señal positiva.

Imaginar un argumento y poblarlo con verosimilitud y progresivas revelaciones anecdóticas y temáticas, en el caso de la ficción. O concebir un proceso de verificación lógica que permita aceptar o desechar una hipótesis, en el caso del documental. Y, expresar con dignidad y astucia ambos casos por medio de un tema y un lenguaje verbal e icónico capaces de conquistar y ampliar público y taquilla. Y, además, producir y concretar esos proyectos luchando contra múltiples dificultades pecuniarias y de variada índole dentro de un mercado indiferente, es un reto empresarial y dramatúrgico que, tal vez, al asumirlo en conjunto, ayudará a levantar la base y el horizonte de una industria y un arte que busquen rimar la estética y las finanzas, el desafío plural y la voluntad íntima, el espacio laboral y la satisfacción propia.

En resumen, escenificaciones y filmes deben estimular la cópula entre arte y economía.

El festival que hoy se inaugura invita a intentar, a la par del camino oficial, el albur de la  realización independiente, sin tregua ni miedo, pues en este oficio y negocio, hay que trabajar duro y capitalizar o cultivar cualquier opción por mínima que fuere. Ustedes lo saben, lo quieren y lo hacen con pasión. Sus aportes enriquecen esta Muestra. ¡Felicitaciones!

Jóvenes participantes: Aprecio sus sueños y su entusiasmo y sus obras porque nos están enseñando a explorar y descubrir creatividad y criticidad, incluso, en nuestras limitaciones de mercado y lenguaje. De este modo, enfrentándolas y superándolas, será menos difícil apoyar la construcción del cine y el teatro que Centro América necesita.

Así entiendo el sentido ético, hedónico y pragmático de la utopía.

Sergio Román Armendáriz
Profesor emérito de la Escuela de Ciencias de la Comunicación
Universidad de Costa Rica (UCR) 2008

romantic@racsa.co.cr | www.sergioroman.co.cr

Curridabat, San José, CR,  7 XI 2004