Don Sergio, no diga malas palabras
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No diga malas palabras, don Sergio, o de cómo Almódovar se atragantó con el oxímoron
I.- Introducción
Como nadie en su "santo" juicio puede atreverse a decir algo que desentone con la gloria inmarcesible del Sr. Almódovar, de cuyos "Abrazos rotos" no quiero acordarme (excepto por el título como explicaré después) quiero llamar a mi diatriba: Almódovar se atragantó con el oxímoron, para ocultarme en el enredo que provocan palabras poco conocidas.
Decía que de ese filme sólo es rescatable, como frase, el membrete "Los abrazos rotos", una metonimia pues ese adjetivo "rotos" al no corresponder lógicamente al sustantivo "abrazos" (aunque parece que el Comité de Nominaciones del Óscar 2010 ni siquiera salvó eso... "Bueno, son gringos inexpertos en el juego retórico del castellano"), y al no operar esa correspondencia racional entre los componentes de la frase "abrazos rotos", entonces, "esa sensación de ruptura pasa del abrazo a especificar un resquebrajamiento de alguna relación individual o social. Deslizar, pues, el sentido de ruptura, desde los "abrazos" a un ente distinto, es lo que constituye la metonimia.
II.- Desarrollo
No más "al-mo-do-va-ra-zos", ¡por favor! ni "pe-ne-lo-pa-zos", clama y exclama Sergio
No diga malas palabras, don Sergio.- Así me reprende, en broma, un amigo, exdiscípulo, a propósito de "Los abrazos rotos", porque a su inquietud de rareza acerca del porqué "Los abrazos rotos" se quedó por fuera del palmarés de las cintas nominadas al máximo Óscar de la Academia (coincido esta vez con ella), giré este correo:
Otro al-mo-do-va-ra-zo.- "Los abrazos rotos", otro "almodovarazo y otro pe-ne-lo-pa-zo".
El cuento del rey que iba desnudo.- Y continué mi correo, así: ¿Conocen el cuento del rey que iba desnudo pero pretendía que iba vestido de la mejor manera, de tal modo que la corte se deshacía en elogios a tan singular indumentaria?
Se necesita tiempo para juzgar y para no caer de rodillas babeando a moco tendido.- Y concluí: Hay que esperar y darle tiempo, al tiempo.
Contraataque.- Mi amigo contratacó con cortesía que no ocultaba su admiración por don Pedro, a lo que tuve que responderle asombrado:
Onomatopeyas de asombro.- ¿No sabía que eras también miembro de esa corte que elogia el vestido del rey desnudo?
¿Cuál era la mala palabra?.- "Don Sergio no diga malas palabras", me contestaron y después aclararon que se referían como "mala palabra" a las connotaciones de Penélope, pe-ne-lo-pa-zo.
Otro aporte.- A esta altura, otro contertulio había terciado en la liza aportando con buen humor el hecho de que lo que parecía ser más atractivo -para mi amigo- era el nombre de la Sra. Cruz (o Cruise, por lo de Tom) pues generaba algunos pensamientos poco dignos de llamarse así. Tuve deseo de preguntarle: ¿En qué andas pennsando, amigo mío?
De claro a oscuro.- Pero viendo que la cosa iba de claro a oscuro, prefiriendo perder un debate pero conservar una amistad, y antes de someterme al detector de un análisis psicológico, concluí señalando:
Lo mío también es una broma.- Ese rey y esa corte jamás existieron.
Cuestión de imagen y mercadotecnia.- Me parece un caso curioso, sin embargo, el de la señora Cruz , pues quienes trabajan su imagen no encuentran la manera de (a imitación de la BB, o de la MM, o de la JLo, o de la GLo, etc.) reducir su nombre mítico de esposa fiel, a una sola letra, pues, llamarla "P" no creo que la ayude porque esa letra tiene una connotación diametralmente opuesta a lo que representa "Penélope" en el imaginario de nuestros pueblos. (Los abuelos decían, "fulanita es una p" y no parece que esa expresión haya sido un elogio. Y si a "Penélope" le quitan "lope", peor. Talvez quienes dominen el inglés puedan lograr otro tipo de connotación para personas de esa cultura. Pero en el ámbito indocastellano constituye un desafío parecido al de la cuadratura del círculo o quizás sea fácil de resolver a la manera como dicen que don Cristóbal Colón solucionó el problema del huevo y, por ende, el llamado descubrimiento de América.
Rima inevitable.- De allí que, para rimar con "al-mo-do-va-ra-zo" no me quedó otra opción (involuntaria, presento disculpas) que usar la palabra que tanto gustó o asustó a nuestro querido amigo: "pe-ne-lo-pa-zo". Saludos, SR
Notas
III.- Desenlace
Cara y cruz del oxímoron
Cara.- Dice el mataburros que el oxímoron consiste en modular dos elementos con significado opuesto para que, al unirse, puedan crear un nuevo significado. Los poetas y científicos son hábiles para eso. Recuerdo hace unos años la "Teoría del sol frío" que divulgó en el Ecuador el astrónomo aficionado de apellido Ortega, allá, por 1950. "Sol frío", o "Silencio sonoro", etc. Por supuesto, "abrazos rotos" no contituye un oxímoron. Me refiero a la manera extrema que tiene Almódovar de caracterizar a sus personajes, No es que no se pueda hacer. Pero hay que hacerlo con discreción. Lo hizo Buñuel, con "Bella de día", una dama de su casa, por la noche; una puta, de día.Pero cuando Almódovar compone sus personajes, en verdad está trabajando con duplicidades o triplicidades de cada uno, o con sus desdoblamientos extremos. Así uns monjita de la caridad diurna puede ser una nocturna ninfómana.*
Cruz.- A esto llama oxímoron aplicable al carácter de los personajes y es algo que me parece deplorable, aunque el universo de rodillas le cante himnos de alabanza por los siglos de los siglos, a don Pedro. Amén.
(P.S.- Aunque parece que en esta ocasión la corporación de los "Oscar" se puso viva y a la defensiva frente a tanta "matráfula" rampante.)
Resumen.- Hay tres maneras de apreciar un filme: I.- La objetiva, atendiendo su estilo y su ideologia, esto es, su "qué" y su "cómo". Almodóvar es excesivo. No me interesa. II.- La subjetiva, atendiendo a la reacción personal frente al plato que le sirven. Me hace daño su grasa fílmica. III.- Sumándose a un club de "fans" en este mundo de gesticulaciones. Esta tercera manera, en verdad, no corresponde a la apreciación sino a la depreciación. Depreciar y despreciar están muy cerca. Es deplorable.
Aún hay más...
* Referencia global, no puntual.
romantic@racsa.co.cr / Bo. Dent, 2 de febrero, 2010