Gabriel García Moreno, personaje digno de Gabriel García Márquez (incluida la homonimia)

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El 7 de septiembre del 2009, Sergio cruzó tres correos con su amigo SV (*) en la búsqueda de algún personaje latinoamericano suficientemente patético novelable o monologable.

Así, esta bitácora surgió a propósito de una referencia al trámite que puso en marcha Gabriel García Moreno (1821-1875) en algún momento de su lapso dictatorial (1860-1875) para convertir a la República del Ecuador en un Protectorado de Francia.

De allí que nos preguntásemos también acerca del entreguismo disfrazado, por ejemplo, de alianza entre los áulicos de Huáscar y los invasores de Pizarro contra Atahuallpa, etc., en mil quinientos treinta y tantos, "actividad diplomática" que condujo al derrumbamiento del Tahuantinsuyo.

Hay mar de fondo en todo esto, asunto a tratar en una próxima tertulia-almuerzo, fue, por entonces, la conclusión.

Adelante corre un extracto de la triple intervención de SR
.

 

I.- 7 IX 2009 / 08:59 / Escribió SR:

El entreguismo directo (no requiere comentario) o el solapado (tipo convenios comerciales o militares con las potencias del mundo) ha ocurrido y ocurre en las mejores familias y países. ¿No sé hasta cuándo?

Incluso tú citas (se refiere a SV) el caso extremo de los conservadores de México y de Maximiliano, emperador títere de Napoleón III, contra quienes tuvo que levantarse, en armas, por muchos años, Benito Juárez.

En Centroamérica, por la misma época, políticos nicaragüenses no propusieron ningún convenio sino que llamaron descaradamente a William Walker con los resultados que todos conocemos.

En el Ecuador, le corresponde ese afán entreguista al más siniestro de sus dictadores llamado por su tartufesca devoción: "El santo del patíbulo: Gabriel García Moreno (1821-1875)", según el  título de la obra de Benjamín Carrión.

II.- 7 IX 2009 / 13:51 / Escribió SR:

Sí. GGMoreno es un personaje digno de GGMárquez o de cualquier otro mortal creativo. De ninguna manera es ridículo, es patético.

Su período abarca el lapso 1860-1875, pero por el documento que me enviaste (se refiere a SV) noto que desde antes, pues hay referencias a 1859, el hombre ya tenía una rica influencia en el gobierno.

Fue destrozado a machetazos por conspiradores liberales (uno de ellos tenía un revólver que se encasquilló en el instante decisivo y otro, de origen colombiano, de apellido Rayo, dicen que actuó porque don Gabriel lo había enviado con un
alto cargo al Oriente amazónico, entonces selva casi inexplorada, mientras disfrutaba de la esposa de su subalterno).

Se trata pues, de alguna manera, por lo menos en su denominación, de recuperar la tragedia de T.S.Eliot: "Asesinato en la catedral", pues el crimen o su purificación ocurrió cuando el dictador salía de misa y descendía por las escaleras del templo mayor de Quito.

Por un miedo que va más allá de la muerte, dicen, que lo embalsamaron y le cruzaron el pecho con  la banda presidencial: Mi poder en la Constitución, lo acomodaron en una especie de trono prominente en un sitio especial del altar supremo, de tal modo que él presidió su propia misa de cuerpo presente, y vigiló, como siempre, en este caso, sus mismas honras fúnebres.

Hombre ingenioso pero demasiado confiado en su buena suerte que, según él, Dios le dispensaba, cuando los áulicos le dijeron que Rayo andaba tramando su muerte, entre burla y verdad,
con orgullo replicó: "-A mí no me mata el rayo, sino la raya", refiriéndose por -raya- al destino.

Sin embargo, en él, la raya y el rayo coincidieron en el clímax de esta historia.

Es apasionante. Busca en Internet, sistema que a pesar de su estilo neutro e inseguro a veces obsequia datos e imágenes útiles para la contextualización.  JS debe conocer más. Ya hablaremos. Saludos, SR

III.- 7 IX 2009 / 16:41 / Escribe SR:

SV: Gracias por los conceptos. Sí. Quedó bien el mensaje. Lo convertiré no en novela sino, por lo menos, en una de las bitácoras de mi web. O en monólogo, si tú interpretas a GGMoreno.

Hay un dato de la infancia.

Tuve un profesor de Historia del Ecuador que seguía el programa oficial pero, al margen, se daba mañas para ponerle ají a los capítulos. Desde hace algún
tiempo estoy pensando que él inventaba ciertas anécdotas, o las arreglaba, o tenía alguna fuente secreta que le proveía argumentos y silogismos.

Él nos contaba que Gabrielito (de niño, aunque no lo creamos, también fue niño) cuando, según su padre (por alguna bobería que cometen los chiquillos de 4 ó 5 años) se había comportado -lo que los adultos llamamos “portarse mal”-, lo castigaba expulsándole durante un par de horas, por la noche, a uno de los balcones coloniales de Quito con escasa ropa para que reciba el rigor de un frío perverso proveniente de casi 2.500 metros de altura entreverado con el galope del viento gélido que sopla interminable por el callejón interandino. Viento y frío que rajan piel y alma.

Leyenda o verdad, freudiana o no esta
interpretación indica que en el dislocamiento de la relación del pequeño con su padre, cuando el odio desplazó al amor, allí se sembró la áspera raíz del
futuro tirano.

De allí que, también se recuerde, que mientras estudiaba en París, por ejemplo, para no ceder a las tentaciones propias de la capital del mundo, se cortaba completamente el cabello al rape o al límite, de manera un tanto grotesca y descuidada lo cual lo inhabilitaba para atender compromisos sociales y así convertía todo su tiempo en estudio.

Tal fue su carácter de feroz disciplina, quizá una respuesta tardía al tirano de la familia, su padre, que esa imagen ingresó, con temor, al hogar cotidiano.

Cuando éramos chiquillos predominaba la pedagogía  doméstica del látigo de dos o tres ramales que la madre compraba con facilidad en el mercado (aunque con la misma rapidez misteriosamente se extraviase de la casa) y con el cual nos aplicaba ciertas dosis periódicas de azotes para, según era común escuchar, enderezarnos con unos cuantos zurriagazos.

Sentíamos el castigo aunque nos “engordásemos” previamente con dos o tres pantalones superpuestos
y con alguna chaqueta extra.

Esta anécdota viene al cuento pues esa terapia se identificó, en la memoria popular, con el apelativo del déspota:“García Moreno quita lo malo y pone lo bueno”.

En fin, en la dualidad GGM, árbol del mal más que del bien, veo total un filme, SR

Notas

(*) SV fue el director de la obra “Función para butacas” de SR, estrenada en el Aula 10 del antiguo edificio de la Facultad de Ciencias y Letras (hoy, edificio de la Escuela de Estudios Generales), Universidad de Costa Rica (UCR), 1972.

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