Armendáriz, tribu breve (prólogo de SR al libro de Ricardo Vanegas: 'Crucigrama de poemas dispersos'
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ARMENDÁRIZ, TRIBU BREVE
Prólogo de SR a: Vanegas Armendáriz, Ricardo. Crucigrama de poemas dispersos. Guayaquil, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, 2003.(Págs. 7-8, de 119)
Los Armendáriz (Almendáriz o Almendares) integramos una tribu breve, dispersa por aquí o por allá en las montañas y en las costas, en las islas y en la tierra firme de México, Nicaragua, Navarra y el Ecuador, apellido fértil en variaciones fonéticas o caligráficas que evocan almendras o almenaras castellanas y árabes y tributarios ríos caribeños.
Desde Aquilino, nuestro abuelo, arriero entre la mar y la sierra, espíritu libre, varón aficionado al alcohol conversador y a los relatos junto al fuego en el hogar, en los campamentos y en los caminos, hemos sentido atracción por la palabra hablada y escrita, herencia democrática que tratamos de compartir al margen de novedades y dogmas.
La abogacía, el magisterio, la política, el periodismo y el comercio han sido nuestras naturales vías de expresión.
La ley y la insurgencia, la dignidad del individuo y la solidaridad social, la exaltación de la vida buena y la melancolía por los últimos atardeceres sobre el estero o por los primeros deshielos sobre las cumbres, encuentros y olvidos, en resumen, la antítesis retórica aún dirige nuestras permanencias y nuestras navegaciones.
Ricardo Vanegas Armendáriz, acude puntual a la cita lírica. Y así cumple su destino.
Frases sencillas y visión de conjunto recuperan minutos y balcones de uno de los barrios del Guayaquil de ayer mientras, en el recuerdo, asoman inquietudes juveniles entretejidas con nombres de amigos cordiales y con rostros de muchachas en los carnavales difuminados por el tiempo y por el dolor agridulce de escuchar –en el sueño- a la madre lejana y al joven hijo ausente quienes inyectan fe al poeta para buscar justicia en los tribunales o para cumplir los anhelos de la ciudad natal o para acompañar al pueblo en sus batallas o para pulir la melodía de sus frases.
Un instante (al otro lado de mis años de exilio ocioso y voluntario), los versos del primo Ricardo me permiten regresar a la patria cuya línea equinoccial atraviesa siempre mi corazón.
SR / CR, 31 de octubre, 2002
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