Jurgen Ureña, cineasta tico
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De: Crónicas de un ecuatoriano ocioso en Costa Rica
'Juan de Velasco, jesuita desterrado (de ultramar a Italia),
por el monarca ibérico,
recogió poemas
a fines de la centuria 18
y dió a luz su 'Historia del reino de los Quitus'
en la ciudad de Faenza y en calidad de ocioso
como anuncia la portada de su antología'
En mis remebranzas o, mejor, en estas desmemorias de espectador de escenarios y pantallas, he olvidado a otro amigo citar, yo, víctima de una trampa de los duendes tecnológicos que fatigan los discos duros de las computadoras, y él, victimario de una travesura de la interacción simbólica entre lo visible y lo invisible, Jurgen Ureña. Y lo cito, no por amigo sino por cineasta.
Y, a propósito he disparado la palabra “simbólica”, pues en este caso el adjetivo no viste aquello que de sombra carece, sino que desviste un sustantivo, “interacción”, para provocar una epifanía de la verdad, un arrasamiento de la apariencia por encima de todos los simulacros de la esencia matriz.
Jurgen es uno de los jóvenes creadores de este paisaje centroamericano que, a pulso y sin prisa, labra, cortometraje a cortometraje, su estilo. Ahora, con un horizonte abierto, ha venido preparando su ópera prima, largometraje (ficción de la ficción) rearmándolo de acuerdo con lo que la imaginación y su oficio le dictan a partir de la ausencia de "Atardecer de un fauno" (que ninguna relación guarda por supuesto con una música de nombre parecido), película (o, 'no-película') porque a lo mejor jamás se realizó pero rato a rato la resucita la leyenda atribuible al mítico personaje local y cosmopolita, Alberto de Goeyen (durante el lapso 1957-1964) acerca de un emblemático sello nacional que muy pocas personas en el mundo cuentan y pueden haber visto pues, según parece, ese material se extravió en una capital extranjera, o fue rematado por un banco al que se le debía el dinero de la producción (como sucedió con "La cadena infinita" del novelista ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta), o fue víctima de una venganza colofón de un desliz amoroso, o sencillamente nunca tuvo forma real (a la manera de 'La camisa del hombre feliz' que siempre careció de tal prenda de vestir en armario y en cuerpo.)
Se dice que sólo una persona afirma que la vio, en el mundo, palabra digna de crédito porque ese maestro parece haber devorado todas las bibliotecas y todas las cinematecas del globo sin dejar jamás de escribir ni de sentar cátedra.
En resumen, se trata de un secreto y atractivo laberinto fílmico del cual, lo que se busca es, no tanto, encontrar y extraer la cinta desvanecida, o rehacerla a la manera tecno-detectivesca con la que se han reconstruido parte de los guiones rodados por Eisenstein en el México de los años treinta, sino que el desafío y la seducción radican en esas diversas incógnitas que abre tan inusitada historia.
Hoy acabo de saber en este décimo mes del año trece que, sin abandonar el proyecto, Ureña ha abierto otro de lenguaje libérrimo para cumplir una obligación académica.
Mientras tanto, él continúa coordinando las tertulias cinéfilas a las que, jueves de por medio y cuando no llueve, asisto, en la sala de Dennis, allá, por Curridabat.
¡Saludos!
SR