ARTE Y SOCIEDAD (a propósito de un polílogo virtual originado en mi país, el Ecuador, América del Sur)
Categoría: Pedagogía / Inicio
a: Eddie Flavio Crespo Garzón, Ruth Patricia Rogríguez e Ives Cadena, colegas de la palabra y de la imagen, dedico esta bitácora, en la cual, no pretendo dictar cátedra, pero sí intento colaborar con mi enfoque (dentro de un amistoso polílogo virtual originado en Quito) que he preferifo llamar, por el asunto que trata: Arte y Sociedad, SR
Eddie F. Crespo Garzón y amistades: Saludos.
Estoy leyendo los diversos aportes de ustedes a esta conversación múltiple originada en nuestra ciudad capital.
Cada frase abre caminos por donde con seguridad nos extraviaremos. Esto lo considero positivo porque repitiendo otra vez, a mi manera, un verso de la 'Ítaca' de Kavafis, lo sustancial es la travesía, más que llegar a puerto.
Así, de las muchísimas perlas de este polílogo, tomo una (me parece que brilla en un texto de Ruth Patricia Rodríguez): "Puede pedirse al artista que esté informado, que esté comprometido, que esté apasionado, pero que no esté desatento." Coincido. No debemos estar desatentos, no sólo en lo que se refiere al contexto,sino al 'texto' pues la humanidad, por lo menos la occidental, soporta 25 siglos de trajinar los caminos de búsqueda de la 'Est-Ética' (a partir de Aristóteles), ola progresiva de humanización de la especie.
Para el promedio de nuestro tránsito terrenal, la centuria y media que va del polemista ecuatorial Juan Montalvo al día presente (que muy bien cita Yves Cadena refiriéndose a los Congresos de la República de ayer y de hoy), es mucho tiempo. Pero si aplicamos la técnica de las escalas, no es tanto. Incluso, la aparición de la agricultura y la escritura vistas en perspectiva planetaria, es poquísimo tiempo, ni un grano de arena.
Claro que cambiaremos (es cuestión 'de darle tiempo al tiempo', como dice nuestro pueblo), nos 'angelizaremos' a pesar de que hoy resulte atractiva (para mí, también) la filosofía del absurdo con Camus y su 'Extranjero' o con Beckett y su 'Esperando a Godot'. Pero, retornando a este instante efímero, además de preocuparnos del 'Qué tenemos que decir', preocupémonos asímismo del 'Cómo' pues hay poéticas, retóricas, semánticas en fin legislaturas de la imagen y la palabra, que no se pueden ignorar sobre todo, si pretendemos violarlas para lograr su resignificación, faena que al alquimizar lo denotativo en 'connotativo', intenta convertir lo común del vocablo y la sintaxis en lo especial del poema.
Reyes Carbonell lo dijo mejor: 'Mientras exista la metáfora, el universo no terminará de crearse'. Es el poder del Verbo que tú forjas pero que, en esa lid, te forja a ti. Nada importan ni la gloria ni las estatuas, sino esta modulación social e individual, íntima y mutua de humanización progresiva. Así, la política terminará siendo un capítulo de la Est-ética, gracias a la contribución del arte, que incluye la rebelión del alma y de los pueblos. Entonces, querido camarada Kavafis, 'no habrá distinción entre puerto y travesía', pues uno y otra estarán fundiéndose en la eternidad y, a la vez, evocándose.
Espero, para repetir Aldo Pellegrini, el ensayista argentino 'No haber contribuido a la confusión general'.
Un abrazo desde CR, www.sergioroman.com
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Notas
ESTRAMBOTE A LA BITÁCORA 203
Recordando 'La sociedad carnívora' de Herbert Marcuse, emerge la referencia a unas flores bellas que recibieron al sociólogo alemán en el estrado donde dictó una conferencia, hecho que lo llevó (en voces aproximadas a éstas) a hablar de las obreras que cultivaron y recogieron esas flores, faena hermosa que hizo posible que estuviesen, allí, esa noche, adornando el recinto.
Así, una remembranza me llevó a otra, esta vez a la neomarxista Agnes Heller, quien habla de la utopía, no como de un rutinario 'deber ser', sino como de un compulsivo 'deber ser... ¡hecho, ya!'.
Y volviendo a Marcuse, su utopía identifica 'sociedad y arte' cuando habla (lo cito de memoria) que un poema en la biblioteca, un cuadro en el museo o una sinfonía en el teatro, al margen de su valor intrínseco, poco tienen que ver con la opción vertebral de que logremos que la sociedad humana, en su conjunto, se convierta en una obra de arte.
Se trata, pues, de imágenes y palabras cuyas contradicciones, incluso, conforman la utopía postmoderna.
UN ASTERISCO NECESARIO
Creo que dentro de la actual dinámica tecnológica, el mantener los nombres de quienes participan en un debate, físico o electrónico, le da verosimilitud a cualquier cruce de ideas, pero, es obvio, que se debe respetar el derecho a la privacidad de cada uno sin indagar razones. En este caso, tres colegas me han autorizado para hacerlo.
Debo manifestar, por último, que fue agradable participar en esta faena porque me hizo reflexionar, además, sobre un asunto que tenía marginado.
Aproveché, asimismo, esta oportunidad para agregar un anexo acerca de la utopía neomarxista de Agnes Heller y Herbert Marcuse, cuyas huellas nos orientan a considerar que (a pesar del valor est-ético intrínseco de un poema, o de una cuadro, o de una sinfonía), debemos lograr, en el porvenir (materia que suma este 'hoy' más los días por venir), que la sociedad en su conjunto se convierta o, por lo menos, aspire a convertirse, ella misma, en una obra de arte.
Más saludos, SR / romantic@racsa.co.cr / 13 de junio, 2012