"Alegorías de la Ciega y el Sordomudo" (prólogo)

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VERSIÓN COMPLETA Primeras palabras para acompañar a Fco. Javier Ortiz-Tirado Kelly en la publicación impresa del postguión de sus "Alegorías...", (ficción en 16 mm., color, 29 minutos, CUEC / UNAM, México,1977)

SR(coguionista, asistente de dirección y coeditor) CR, 27 XII 2009

A quien visite este prólogo: “Alegorías de la ciega y el sordomudo”, mariposa blanca 

“(...ella) inclina un poco su cabeza sobre la que se posa por un instante, presencia inesperada, una mariposa blanca antes de proseguir su revoloteo.” (*)  En: OTK, México / Correspondencia con SR, Costa Rica / 17 – 23 diciembre 2009

Sergio Román Armendáriz

 “Alegorías…” condensa una situación límite en donde lo invisible roza contra lo que se observa y lo que se pronuncia roza contra lo inaudible, sacramentando una trama que empieza por ignorar la fuerza del amor que, al desarrollarse, descubre y libera la doble soledad de una muchacha ciega y de un muchacho sordomudo quienes, tocados por la gracia original de la compañía recíproca, encuentran el retorno al edén extraviado.

Para él, toda imagen es silencio. Para ella, todo sonido es imagen. Una escultura que emerge de un sueño premonitorio determina la señal de la cruz de ambas imperfecciones. Su fusión es íntegra y natural, semejante al  florecer de las imágenes con sus sonidos y con sus silencios apenas derramándose sobre el papel y la pantalla.

Con dos secuencias acaso polemizables por su aporte estilístico nacido del ánimo de traducir la incompatibilidad mayúscula de los personajes con los legítimos recursos del lenguaje audiovisual, se presentó el oxímoron de la correspondencia sinestésica “entre lo que el oído ve y lo que el ojo oye”, ejemplificándolos con el chapotear de los pies desnudos de la Ciega sobre el agua del estanque y con el efecto de la insensibilidad de la flauta en los labios del Sordomudo.

“Alegorías” implica un sentido bautismal recto y figurado, porque dice y calla al igual que un poema o una mariposa blanca que a la vez vuela y se detiene.

Bajo este signo, la pareja oficia su boda con un triple beso final, uno de cuyos ardientes giros queda congelado en la portada de este libro bajo una luz imaginaria que ahora detecta un tren sonámbulo mientras cruza el paisaje adquiriendo mayor velocidad muy cerca de una curva cerrada y tú sabes que puede perder el control y descarrilarse. Pero, no sucede la catástrofe.

La máquina locomotora va serenándose cuando el dispositivo manual que la comanda imparte las órdenes convenientes.

De pronto, el paisaje es una habitación enorme incrustada en un hogar ubicado por el rumbo sur del Distrito Federal donde, un sábado de cualquier semana, transcurre un artilugio eléctrico mientras, toma a toma, va asumiendo energía un “Carrusel” (1), con el cual empezamos a cumplir, hace 34 años, el protocolo pedagógico de nuestra Escuela.

“(1975). / Interior. Noche. / (¡Acción!)”

A la altura de mis ojos cabalga el huracán trepidante del convoy, en tanto, a la izquierda de las vías férreas vislumbro a un hijo, entonces adolescente, y en su antípoda, al otro, entonces muy pequeño, triangulando y vigilando, en posiciones parecidas a la mía, la violencia transformándose, poco a poco, en la fluidez apacible de un tren de juguete dentro de un “loop” que vuelve infinito el minuto y por medio del cual acabamos de representar a tres generaciones progresivas o, quizás hemos representado en un individuo y en un parpadeo, las tres instancias del ser humano: infancia, juventud, vejez.

Así conocí a Javier Ortiz Tirado Kelly en una tarea que correspondía al primer curso de Realización que entonces orientaba Marcela Fernández Violante, cordial maestra del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC / UNAM).

Durante el rodaje, al azar saboreamos populares tacos de canasta y algún bebestible santo, allí mismo, o, después, unas enchiladas rociadas con un par de ligerísimas cervezas “Cartablancas” despedidas con su postrecito de limón en el cercano Vips o en el Sanborns de moda, iniciando “luego - luego” una conversación que se ha vuelto infinita a lo largo y ancho de tres y media décadas y de nuestros dos países a la manera del ejercicio del tren, una especie de “loop” paradójico porque ha roto su insistente repetición mecánica para, en un franco salto en espiral, invitarnos al compromiso y a la libertad de la ética y de la estética.

¡Tanto teníamos que compartir que hasta ahora no se ha atascado el rollo! Incluso, el correo electrónico y su “blog” y el mío han multiplicado nuestras labores, a dúo, abordando ensayos interrumpidos, guiones incompletos, proyectos en la arena...

Le ayudé en su tarea y él me ayudó en la mía: “el mínimo argumento de un niño que ingresa en la edad de las curiosidades con una flor en sus manos” (2).

Aunque Oteka (acrónimo con el que Javier convoca al ángel de sus meditaciones y, por eso, prefiere así llamarse y ser llamado) pertenece a una época anterior (3), coincidimos en el espacio y en el tiempo de la cooperación entre diversas edades, tema que ya su “Carrusel” auspiciaba dentro de un incansable engranaje circular permanente y, de ese modo, empezamos a complementar nuestros énfasis, los de él, espigados hacia la praxis iniciada en su educación secundaria mientras yo, entre paréntesis creía conocer algo de teoría literaria.

(Durante el lapso 1975-1979, ingresé y permanecí en el CUEC gracias a una beca concedida por la Universidad de Costa Rica (U.C.R.) para el mejoramiento académico de sus profesores y profesoras, circunstancia que encontró eco positivo en la vocación latinoamericana de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y gracias, asimismo, a una de esas casualidades desencadenantes que, de súbito, ocurren.)

No hay amistad que resista una filmación, se pregona. Sin embargo, nosotros logramos modular los efectos de este presagio.

Por supuesto, tuvimos, tenemos y seguiremos teniendo diferencias (4), decretadas por el desnivel etario y por la disimilitud de nuestros campos de experiencia y de nuestros enfoques teo-filosóficos aunque, a pesar de eso, creo que hemos sabido combinar o disimular o evitar tales arritmias, pues muchas veces nos hemos sorprendido en la mitad de la ruta, avanzando, él o yo,  alegres hacia el punto del cual, él o yo, tristes, estábamos regresando, a veces cooperando y, otras, debatiendo desde las primigenias secuencias de las foto-fijas y los cine-minutos hasta los metrajes de graduación y los posteriores asuntos profesionales.

En el entorno que rodea un plató o una locación, ocurren también puntos de giro, uno de los cuales retardó nuestras “Alegorías...” con un incidente que resumo así:

El trípode no sostuvo a la cámara o la cámara al huir de su tripié cayó abrupta y lesionada en el cauce de un breve río donde se estaba captando la escena de una flauta a la deriva (icono de la Ciega, “instrumento músico y peregrino”) que, en tal ocasión, el Sordomundo hubo de recoger y llevar a su boca.

Si el artefacto cedió por la presión de algún agente físico, este hecho constituye un accidente lo cual expresa una probabilidad y, de esa manera, se consideró dentro de la indagación respectiva que concluyó con la confirmación de nuestra inocencia. La otra opción podría jugar a ser una "rebelión de la historia contra la cámara", golosa posibilidad de la retórica estructural.

La dramaturgia endosa a los materiales que componen el melodrama, la condición de "posibles". Y a los que componen la tragedia, la condición de "probables”.

La lid de la posibilidad (instancia que ofrece o exige alternativas) versus la probabilidad (instancia que ofrece o exige verificaciones) constituye un desafío que estimula el ingenio. Y seduce.

Y si el aparato desciende o se desgaja porque se aflojó el mecanismo del que dependía o porque la castigó una ráfaga de viento majadero o la descuidó el asistente quien tenía que haberla defendido, ello pertenece al ámbito de “lo cotidiano o corriente”. Pero, si opera una energía cuántica que en la realidad profunda permite que una misma partícula se dispare hacia dos salidas adversarias, ello pertenece a “lo trascendente o significativo”.

Reitero que “Alegorías...” condensa una situación límite establecida entre dos extremos irreconciliables cuya cópula catártica pretende mostrar que la existencia y su esencia son orquestables, y que, en este caso, la anécdota al traspasar su delgado contorno aspira a convertirse en metáfora de la comunicación.

Descubrimos que el título ya ilustra este roce fronterizo predicador de la rebelión de la historia contra la cámara, tópico reiterado en “Después del atardecer...” (5), y en “Día último” (6), obra previa que buscará en “Así nomás es la vida” (7), su exorcismo y en “Vivir amando” (8), su epifanía.

Frente a este dilema, aunque Javier asuma la “explicación metafílmica” (9), y yo, la “abducción pirandelliana” (**), tal dicotomía no afecta el fondo de nuestras convicciones cultivadas en tantas faenas que llevan nuestras firmas.

Para averiguar hasta qué coordenada, una supuesta irresponsabilidad lastimó nuestro deber, fuimos sometidos a un proceso interno dispuesto porhttp://sergioroman.com/admin/bit_update.php?Bit_id=109 el reglamento de uso y cuidado del equipo.

Salimos absueltos, pero las semanas consumidas por dicho trámite quebraron el cronograma y nos causaron otras dificultades provenientes de esa fractura, por ejemplo, el actor que ejecutaba el rol de Sordomudo tuvo que emprender otras actividades y modificar su apariencia física, amenazando, al margen de su voluntad, la continuidad narrativa, lo que nos llevó a valorar y adoptar decisiones “in extremis”... iluminadas  por el testimonio de ese instante cuando, sobre la cabeza inclinada de la Ciega, detiene su vuelo la señal bautismal de una mariposa blanca. 

Pudimos sobrenadar el incidente. Y, por fin, un día de 1978, celebramos el estreno privado de la cinta que presenta a dos criaturas encerradas en una doble soledad que las redime en la medida en que son capaces de ir integrando sus respectivos vacíos y sus egos dolientes en una misma carne y en un mismo espíritu, salvándose y disolviéndose en la solidaridad y el mutuo amparo.

Lo íntimo comulga en lo plural, y viceversa, talvez representando una sociedad sordomuda en un mundo ciego ávido de generosidad, y no de lucro. ¡Lección vigente anunciada por “El sermón de la montaña” y “La parábola del buen samaritano”!

Tú sabes que se atribuye a Borges, el único, un recado casi testamentario atinente a la utopía y ucronía de pretender trasladar las imágenes, con sus silencios y con sus sonidos, del papel a la pantalla, o de ésta a aquél. Fue, en ocasión de tal conjetura que se dice que el argentino epónimo auto-mencionándose en tercera persona, con su clásica ironía, expresó: “...escribe inútilmente guiones para el cine”.

La realización de estas “Alegorías...” mereció, en su categoría de cortometraje ficción, la nominación a un Ariel, emblemática distinción que cada doce meses concede la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Fue en 1978.

Sergio Román Armendáriz
CR XI 2009

Notas

9 NOTAS PIE DE PÁGINA

(1)  “Carrusel”. Ficción de Javier en súper 8, un min., color, 1975.

(2)  "Niño con rosa amarilla". Ficción de Sergio, súper8, 1 min., color, 1975.

(3)  Javier comienza a usar su acrónimo Oteka en 1970, a partir de su primer corto ficción, en 8 mm, titulado “Fritz 00”, el cual produce bajo el sello de su primera empresa imaginaria que denomina “FilmOTEKA”.

(4)  Entre las diferencias, por ejemplo, está el distinto enfoque respecto a la obra que Sergio y Javier realizaron en el CUEC. Sergio siempre la vio y asumió desde una perspectiva pedagógica, como una serie de ejercicios escolares para aprender y  cumplir su contrato de becario de la U.C.R.   Oteka, en cambio, siempre vio y asumió estas realizaciones como obras artísticas, si se quiere iniciales, pero en las que no dudó en exponer su historia, su alma y su intimidad. (otk)

(5) “Después del atardecer…” Ficción, súper8, 10 min., color, 1975. El amor de una pareja en un parque mexicano desvanece la premonición de un accidente fatal. Sergio escribió el guión y dirigió la película. Javier la fotografió. Los dos la coeditaron.

(6) “Día último”. Ficción, 16 mm., 10 min., b/n, 1976. Un director rueda la última escena que incluye su muerte, cinta resuelta con cuatro plano-secuencias que recíprocamente se enmascaran para dar la sensación de uno solo. Sergio  concibió la puesta en pantalla a la manera de Hitchcock. Javier escribió la historia y la fotografió. Los dos la coeditaron.

(7)“Así nomás es la vida”. Docudrama referente a la imbricación de los sueños de una familia campesina en la cotidianidad de la metrópoli capitalina,  16 mm., 48 min., b/n – color, 1978. Fotografía y edición de Oteka. Coguión y codirección de Javier y SR.

(8)“Vivir amando”. Guión de Javier para un largometraje, ficción. Registro Público del Derecho de Autor – México, 2008 Núm.: 03-2005-071811084000-01.

(9) Oteka aclara su enfoque metafílmico en el colofón de este libro.

2 NOTAS POSTERIORES

(*)  Acerca de la mariposa blanca / En: OTK, México / Correspondencia con SR, Costa Rica / 17 – 23 diciembre 2009

 

De OTK a SR: “Desde luego, puedes usar el epígrafe de la mariposa blanca que, en efecto, existe en la película tal como lo dice la nota (17) pie de página: ´Presencia inesperada en el filme, no planeada. Don sobrenatural, evidencia metafílmica´, (otk)”

De SR a OTK: ”Es tan inspiradora tu acotación referida a la mariposa blanca que te pido permiso para usarla de epígrafe en vez de la actual frase que, además, ya aparece en la portada. Lo propio, el complemento del título del prólogo "cópula y fractura" demasiado fuerte por lo que representa y por sus variadas reiteraciones, creo que debo cambiarlo a: “Alegorías de la ciega y el sordomudo”, mariposa blanca. Además, así, de una vez, subrayamos el concepto de la metafílmica y el enfoque de la poesía, (sr)”

De OTK a SR: “Faltaba una nota (. . .) que nunca se planeó: ´ La Ciega viene con su flauta sostenida en la mano. Aún no cruza la reja. Detiene su marcha para acariciar la silla del padre o de la madre ausentes y, en sagrada señal de amoroso respeto, inclina un poco su cabeza sobre la que se posa, por un instante, una mariposa blanca antes de proseguir su revoloteo´,(otk)”

(**) Acerca de Pirandello y lo pirandelliano / Con una paradójica “digresión antipirandelliana”, el prologuista cree precisar la frase “abducción pirandelliana” con los siguientes tres apartados:

I.- Pirandello, Luigi, (LP, Italia, 1867-1936). Premio Nobel de Literatura, 1934, autor que labró y pulió las infinitas facetas de la apariencia, el intercambio de máscaras en cada quien, la irrealidad de la existencia y demás espejos derivados, en: “Así es, si así les parece” (1916), “El juego de los roles” (1918) y, sobre todo, en “Seis personajes en busca de autor” (1921) por medio de los cuales, esa media docena de sombras o cuerpos irrumpen durante los ensayos de otra obra de LP, y exigen contar su propia historia a contrapelo de la que ya ha sido referida y aceptada en calidad de legítima.

II.- “Lo pirandelliano” alude a esta unicidad dislocada (no desglosada) en dualidad que permite una lectoescritura cuya lógica enloquecida resulta o puede resultar menos inverosímil que la proveniente de la cordura (¿veraz o supuesta?) de la aceptación común.

III.- La abducción, a diferencia de la deducción (mecanismo de razonamiento que viaja de lo general a lo particular) y de la inducción (mecanismo de razonamiento que viaja de lo particular a lo general), equivale a un rapto o secuestro del razonamiento sustituido por la intuición o comprensión instantánea de un proceso sin necesidad de utilizar el viaje de ida o vuelta de lo general o de lo particular, en una u otra vía. (sr)

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