“Mae, maes”: poema de matices coloquiales

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Falta la bitácora 51

A "Aristóteles", el del barrio, a ése mismo, al "aturdido", al que hace reír a montones con sus mensajes cifrados en jerga coloquial, dedico esta bitácora, una más de la saga invencible del "mae" y de los "maes", sr 

Con su permiso (“comper”, "compa"), voy a continuar con mi rollo, “machillas y machillos”, y lo voy a hacer a petición de la gradería de sol que ha invadido, según don Beto, la cancha olímpica en la cual, por brutos y por brutas (valga la equidad de género),  acaba de quemar el clan futbolero de Costa Rica su última oportunidad para jugar (y, por supuesto, perder) en el Mundial, 2009, de África del Sur.

Pero no importa. Hice la promesa y la cumpliré.

El ritmo del dúo “mae, maes”

La palabra más y mejor pronunciada en Costa Rica, en plural y en singular, “mae, maes”, reclama mi atención.

Ese dúo o tándem (no “tanda” que es otra cosa), “mae, maes” integra una manera cotidiana de tratarse las personas en Costa Rica, incluso las de mediana edad y hasta las de educación superior.

Tiene ritmo.

¿De dónde vendrá este dúo?

¿Vendrá de “majo, maja, maje … “mae, maes” vendrá de maestro? O, ¿vendrá de las películas de Tin Tan, Resortes, Loco Valdés y todas esos figurines del humor mexicano?

Puede significar “tonto”, por ejemplo “en hacerse el maje”, dice el mataburros, o puede significar “muchacho”, o “fulano”.

“Oye, mae”, verbigracia. O, “¿qué onda, mae, maes?”

En España,  “majo”, “maja”, se refiere a una persona simpática que luce vistosa con aires de desenvoltura que no son propios de la gente discreta. Mejor, esos aires denotan cierto toque de ordinariez.

Detengo el rollo porque aquí se le atascó, a Sergio, la película que le iba saliendo muy bien, para ser modestos, iba saliendo bien. Y se le atascó la cinta cuando recordó a “La maja desnuda” y, a la otra que era la misma pero “vestida”, sin encontrar en ella o en ambas ni una gota de esa ordinariez a la que nos remite el real diccionario.

Pero el idioma es contorsionista y la lengua es gimnástica. Y la Academia, les otorga esplendor. (Ojalá no enceguezcan).

“Mae, maes” en rol de vocativo escondido dentro de un pasamontañas

Si enceguece este binomio, el “mae, maes” ya no podrá seguir jugando al gato y al ratón, como hasta ahora. Pero, mientras tanto,  este dúo rememora una especie de vocativo popular, un equivalente al “aló” telefónico, ritornelo que a veces sirve de apoyo o muletilla a la frase, en fin, “mae, maes” rememora una manera de hacer contacto sin que las personas que dialogan o se llaman de acerca acera o por teléfono, etc.,  deban identificarse por sus nombres, lo cual garantiza, además, la seguridad individual en países sometidos a la represión, Pero, ¿en Costa Rica, por qué, si todo parece indicar que el “todavía no” tardará en transformarse en un talvez? ¿O, en un “nunca”?

En el llamado “cono sur” (Chile y compañía) que hacia el norte, por el Pacífico, se extiende gracias a los vinos y a la socio-lingüística hasta Guayaquil, se emplearon durante las dictaduras y ahora en cierto grado, vocativos enmascaradores de la identidad, tales como, “loco” o “man”.

Todos nos tratábamos de “man” o de “loco” dando la impresión de ser individuos sin rostro, cuerpos sin sombra, máscaras sin apellido.

En esta coyuntura se inscribe el “mae” tico (el ¿“maíz-tico”?,¿”el maicero”?, “”el polo”, “el poli-tico?”), pero no por razones de resistencia política a la burguesía, sino por un sentido natural de igualitarismo que ésa es la degeneración festiva de la igualdad real de oportunidades para todo ser viviente en interacción con el conjunto social.

¿Surgió, resumiendo, el rural “maicero” -del “urbano mae”-?

Aventuro este punto. Así me lanzo al agua porque dicen que allí, semiahogándonos, las pedradas de los adversarios y de las enemigas gratuitas o no, duelen menos.

Además, sin ánimo de molestar a colegas de la academia y amistades del presidio, parece que fueron algunos científicos sociales y algunas científicas sociales de excelente oído musical rápido grabador y conservador de tonos, que periódicamente  visitaban y visitan  las cárceles para cumplir sus tareas profesionales quienes, en lugar de enriquecer el vocabulario de rufianes y rufianas allí “privados y privadas de libertad”, fueron éstas y éstos quienes terminaron convirtiendo el vocabulario universitario en trompabulario universal.

¿Así de simple es la cosa?

Talvez, aunque yo no estoy de acuerdo pues creo haber detectado las antípodas.

Las antípodas unen y separan a “puristas” y a “populistas” del idioma.

Para algunos puristas, la infección (¿por qué “infección?, digamos, mejor, “función”).

Repito la introdcción al párrafo.

Para algunos puristas, la función del “mae, maes” implica una catástrofe idiomática, reflejo de un caos mental que, al afectar la vía de la razón, contamina la facultad de pensar, cuestión no sólo académica sino política.

Si no se piensa bien, no se vota bien.

Ésta es la tendencia academicista.

(Al margen díganme, adivinador y adivinadora: ¿A quién le conviene que el pueblo sea un rebaño de “maes” y no de ciudadanos y ciudadanas?)

Ahora bien, al otro lado del extremo “academicista”, palpita una disímil consideración que yo bautizaría “populista” pues señala que el asunto no es grave si se consideran dos puntos:

(1) todo depende de los matices que enriquecen la pronunciación lo cual requiere ciertas destrezas de comunicación que hay que clasificar como positivas, pues basta una finta o un quiebre para que el “mae” pase de “sujeto importante” a “sujeto miserable”,  y,

(2) todo depende asimismo de si los y las hablantes y escuchantes, además de esas muletillas, manejan o no manejan un número suficiente de vocablos provenientes de los otros dos registros, el profesional o especializado, y el general o universal.

El real problema dicen los y las “populistas del idioma” es quedarse encarcelado o encarcelada en uno de los sótanos del registro coloquial propio del vistoso pachuco encarnado, en el cine mejicano, por Tin Tan, Resortes, Loco Valdés y Clavillazo. Pero, continúa la argumentación populista,  si se manejan los demás pisos y terrazas del idioma, caso contrario, el pachuco y su jerga serán un plus paisajístico que nos enriquecerá  con modulaciones y expresiones pintorescas dándole a la expresión oral una atmósfera de rápida y contagiosa empatía, lo cual favorece la comunicación.

La especie, para sobrevivir, necesita y exige “comunicación”, esto es, exige y necesita, “poner en común” o “poner en comunidad” bienes y servicios, no para el egoísmo sino para la solidaridad.

Si el pachuquismo asegura, en una franja humana determinada, la comunicación fluida, entonces, ¿por qué cerrarle el paso o pretender abortarla?, dicen los “populistas del idioma” haciendo flamear una tesis antípoda a la de los “puristas del idioma”.

Lo que importa, para los “populistas”, parece ser el fin comunicacional, por encima de los medios lexicales. Para los “puristas”, lo contrario, esto es, el purismo predica, como virtudes, la riqueza de léxico, la precisión morfosintáctica, una prosodia y una ortografía higiénicas, estructuras convencionales y discreción en el empleo de la retórica.

En Costa Rica se ha hecho clásica, ya, una conversación incluso entre gente de las universidades, con sintagmas parecidos a estos:

Alguien le dice a otro (u otra): “-Mae, ¡qué mae más mae ese mae, mae!”

El otro o la otra, responde: “Tuanis, mae”.

Se trata de un verdadero poema de matices. Porque la naturaleza del poema es crear una realidad propia con el instrumento de la “palabra”, que así, alcanza la condición de “imagen”. Y eso mismo logra el bis “mae, maes”.

¿Tiene su gracia, no? Si no me creen, prueben a hablar así, “mae, maes”.

Mi amigo Aristóteles... (pero, el del barrio)

Tengo un amigo, un cuate, que se firma con un oxímoron perfecto: Al nombre de un filósofo clásico por su poder de raciocino, digamos “Aristóteles”, le agregó una aposición, digamos “el aturdido” y, en esa instante, cuando hicieron corto-circuito la condición de “filósofo clásico” con el calificativo de “aturdido”, es que surgió el oxímoron, esa cópula imposible entre “el silencio que, a la vez, es sonoro” tantas veces citado por los liridas del Siglo Áureo. 

De este modo, los correos (o “mails”, o “maes”, o “emilios”) de “Aristóteles, el aturdido” contagian de buen humor a sus corresponsales. Genial. Él puede ser, ¡no¡, ya es un maestro para quienes deseen registrarse en sus cursos o en sus empresas, o sencillamente compartir plática y cafecito en una de las salitas del Correo Central de San José de Costa Rica, con el ánimo de dominar la íntegra gama de las técnicas de nuestra expresión oral.

¡Salud, mae, maes!

¡Quienes van a morir, os saludan!

SR / CR / XI 2009

Notas

Nombres citados

Tin Tan,  Resortes,  Loco Valdés,  Clavillazo,  figuras de la carpa,  el vodevil  y  el  cine  popular  mexicanos

Representantes del pachuquismo, aparente "corriente sociolingüística" mexicana, que adobada con el argot carcelario tico, se presume,  es una de las fuentes del "mae". 

Lo  pachuco  y  lo  chicano

El "pachuco" surge en la frontera de México y los Estados Unidos de América y se manifiesta por una manera particular de vestir, hablar, bailar, y por una clave humorística de vivir. El albur o doble sentido de la frase, y la picardía son las características que llevadas al cine se propagaron por diferentes países. Representa lo urbano marginal a diferencia del sentido rural y rebelde del "chicano".

1) Tin Tan, seudónimo de Germán Valdés (1915-1973). En 1927 su familia viaja para instalarse en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la frontera con Estados Unidos, donde transcurrió su adolescencia y estudió su secundaria. Allí conoció a esas figuras reales que le sirvieron para crear su personaje fílmico.

2) Resortes, seudónimo de Adalberto Martínez (1916-2003).

3) "El loco Valdés",  nombre artístico de Manuel Valdés (1931), hermano de Germán Valdés /Tin Tan) y de Ramón Valdés (don Ramón, miembro del elenco de "El chavo del ocho" 

4) Clavillazo, seudónimo de Antonio Espino y Mora (1910-1993). Su estampa consta de pantalones bombachos, saco de mangas larguísimas, sombrero de tres picos, manos superexpresivas. Su frase célebre: ¡Pura vida! fue capitalizada por Costa Rica.

 

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