Respuesta rápida a una pregunta sobre los cambios en el personaje

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 Resumo:

a.- Los cambios son indispensables para realimentar el interés del público. 

b.- Dependen del rumbo que adoptemos:

b1.- La Poética de Aristóteles ofrece claves precisas expuestas externamente pero...

b2.- la corriente postmodernista en boga, genera sus propias referencias.

Me preguntan sobre los cambios en el personaje.

Respondo:

1.- Los talleristas de hoy, por lo general no estudian a Aristóteles. Lo que quieren es concluir una obra con rapidez de acuerdo con lo que sus sueños les dicten. Estos jóvenes integran (a sabiendas, o no) la corriente postmodernista que carece de reglas generales, pues cada texto genera las suyas. Por lo tanto, dichos neo-autores pueden hacer las modificaciones que deseen aplicar en su personaje guiados sólo por su intuición y no por la poética clásica.                       

2.- Lo vertebral pedagógicamente es que se sepa que debe existir una planificación de los cambios o puntos de giro de tal manera que un personaje viaje de la ignorancia a la revelación reestimulando, así, el interés del público. El mejor ejemplo es Edipo.                       

3.- A veces la intuición proporciona una fuerza que mantiene de pie y con interés un texto postmodernista, pero esto no funciona todas las veces. 

4.- A mis alumnos yo les advierto acerca de esta situación pero la mayoría, en general, no quiere tomarse el trabajo de ver cómo y por qué funcionan los cambios, verbigracia, en el Edipo recién citado.                        

5.- Uno sólo es un orientador, abre la ventana y señala el sendero pero quien debe caminar es el tallerista o aspirante a autor. Lo máximo que yo sugiero (a mis alumnos) es  resumir en una página, la historia, a partir del protagonista entendiendo por tal al ser que enfrenta peripecias y soporta mutaciones.       

 

 6.- Esa página didáctica (o, premisa dramática) debe contener toda la historia, presentando y subrayando -en rojo-, los cambios. Pero la mayoría no quiere esquemas ni boyas para aprender a nadar, sólo quiere lanzarse al agua. Muchos la abandonan, otros sobreviven por su suerte, pocos se ahogan pues los salva la energía y el entusiasmo juveniles, pero los que aprenden a navegar son, me parece, quienes previsualizan y planifican los mencionados ‘cambios’, antes de empezar a escribir la obra.         

7.- Es un asunto que se aprende, asimismo, observando y leyendo a los maestros de la dramaturgia: Shakespeare, Ibsen, Miller, por citar tres ejemplos en los escenarios. Y, Bresson, Godard y Preminger, en el fluir de la pantalla. 

Es lo que puedo decir por ahora. 

CR, 23 de julio, 2011

Enlace sugerido: Dramaturgia y cinematurgia / Bitácoras

Notas

1.- Lo más agradable de estos talleres es que uno, como tutor, termina consolidando destrezas.

2.- Si alguien quiere ahorrarse un tratamiento con el psicoanalista escribiendo una obra, ¡está bien, qué lo haga!,  pero tarde o temprano debe enriquecerla con la ficción, a la manera aristotélica o a la manera postmodernista.

3.- Uno debe guiar al tallerista, advertirle acerca de las opciones y dificultades del viaje creativo pero nunca sustituirlo, tarea estéril.

SR / www.sergioroman.com

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