Intento de acuarela (en 7 trazos), dedicada a don Carlos Salazar Herrera

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y, en él,

a Carlos Salazar, su hijo,

y a Pablo, su nieto.  

Primer trazo. Epifanía.

La amistad acaba de permitirme leer algunas páginas inéditas del maestro Carlos Salazar Herrera (CR, 1906-1980) de quien, siempre me sedujeron sus iniciales ‘Cuentos de angustias y paisajes’ (1947) sostenidos con voces e imágenes que fluyen indispensables hacia el puerto final de la revelación narrativa, bosquejando un estilo que transparenta el tema del dolor y la fe del existir cotidiano de su pueblo. 

Segundo trazo. Penumbra lejana.

A la vuelta de casi cinco décadas, vislumbro a su autor, artífice de la pluma y la gubia, sosteniendo su otro libro, ‘Tres cuentos’, al vaivén de la plática que compartimos alrededor de una cordial mesa de madera (que después supe que él también la había labrado), mientras un rayo de sol oblicuo asalta la ventana familiar distribuyendo su oro por los rincones de la sala de un barrio josefino. En esa época, yo había asumido el curso de ‘Apreciación de la Literatura’ en la Escuela de Estudios Generales, lo cual me permitió visitarle a propósito de la aparición del nuevo título, punto de giro con respecto al tratamiento del título anterior. 

Tercer trazo. Claridad próxima.

Gracias al azar, hace pocos días charlé con su hijo en el pasillo de un supermercado de Los Yoses y hoy, con su nieto, en una cafetería próxima a esa Calle de la Amargura que desemboca en la Ciudad Universitaria. En ambas ocasiones, lo recordamos. Entonces me enteré de esas mencionadas páginas que, sin imprimir, aún, y sin fecha, ahora, 2011, aportan otra vuelta de tuerca al oficio de su creador, pastor de parábolas por la geometría de su forma y por la verdad de su mensaje.

Cuarto trazo. Acercamiento al texto.

Amigo de la abreviatura relatística que obliga a suprimir adornos y circunloquios para hacernos respirar lo esencial, don Carlos Salazar reinventa la trinidad de puntuales acontecimientos, verbigracia: las bodas en Galilea que sugirió San Juan suspendiéndonos con la consideración de que la estirpe del vino (recordemos la prodigiosa conversión del agua de las purificaciones) depende tácitamente de un vuelo de palomas exóticas rumbo al atardecer. De inmediato, nos entusiasma el tembloroso tránsito de la noche del 11 de octubre de 1492 a la madrugada del día doce que registró Colón en su cuaderno navegante aunque, quizá por respeto a su amor imposible a la reina de Castilla, arrancó esa hoja, metáfora de su corazón doliente, para ahogarla en el mar. Y, por último, la muerte de un dios pagano, Pan, a quien las lágrimas que derrama, humanizan, cuando la senectud le impide satisfacer su pasión por Syrinx, la ninfa del bellísimo y eternal cuerpo inolvidable. ¡Quien reinventa la realidad, más que un hacedor de historias, es un poeta!

Quinto trazo. Acercamiento a la persona.

 Certera visión acostumbrada al detalle significativo cuya caligrafía modernista lo convierte en un orfebre de sintagmas en ocasiones brevísimos a manera de nerviosas pinceladas, hasta que de repente nos sorprende un largo párrafo a manera de sereno paisaje, contraste que genera un ritmo instigado por el rozar de las diferencias y la sincronía de las reiteraciones, en este caso, las provenientes de esa combinación de variados tipos de extensión y sintaxis. Así, la inmediatez de un trópico cruzado por agüizotes, bocaracás y caleras, da paso a un pretérito marmóreo que convoca a Pan, a Colón y a San Juan.

Sexto trazo. Nueva epifanía.

He renunciado a ilustrar mis observaciones con ejemplos para permitir que la lectoría del porvenir aclimate su propia experiencia semejante a la que Borges, refiriéndose a Berkeley, anota al pie de sus paradojas enseñándonos que la manzana aislada carece de sabor al igual que el paladar solitario porque el milagro se produce sólo cuando ese paladar y esa manzana operan la cópula estética.

Séptimo trazo. Disolvencia fílmica.

Este reciente encuentro con don Carlos me ha deparado un caprichoso retorno a esa aula mía de ‘Apreciación de la Literatura’ que lo escuchó, regocijada y pensativa, allá por mil novecientos setenta, en el campus de San Pedro de Montes de Oca, en el borde de la insurgencia de la juventud de entonces, un 24 de abril…

SERGIO ROMAN ARMENDARIZ

17 de mayo, 2008

www.sergioroman.com

Enlace sugerido: Literatura costarricense

Notas

I.- ALGUNOS DATOS PENDIENTES

----- Mensaje original -----
De:
Pablo Salazar                                                                  
Fecha: Jueves, 12 de Mayo de 2011, 8:24 pm
Asunto:
Cuentos de Salazar Herrera
A:
romantic@racsa.co.cr

 

ÍNDICE
tomado de las parábolas inéditas de don Carlos Salazar Herrera

UNAS BODAS EN CANÁ DE GALILEA

(Cuento sugerido por el Evangelio según San Juan.

Capítulo II. Versículos del 1 al 11)

 

"Joven, levanta tus ojos.

y mira aquella que has elegido..."

"... y mira a aquella que has elegido..."

**

LA NOCHE DEL 11 AL 12 DE OCTUBRE DE 1492
Epígrafe:
En el Diario de Navegación del Almirante
no aparece la fecha del 12 de Octubre
Los sucesos de este día están narrados

en la página que corresponde al día 11.

***

EL OCASO DEL DIOS PAN

Cuento Mitológico a Rubén Darío "Panida Centroamericano"

 Fin del índice
tomado de las parábolas inéditas de don C.S.H.

 

 

II.- CIERTOS NOMBRES CITADOS

Berkeley, George (1685-1753)

Borges, Jorge Luis (1899-1986)

Colón, Cristóbal (1451-1506)

Darío, Rubén (1867-1916)

¡Evohé! (en la mitología), invocación de las bacantes al frenesí

Isabel, la Católica, reina de Castilla (1451-1504) 

Pan (en la mitología), dios de la potencia masculina 

Salazar Herrera, Carlos (Costa Rica, 1906-1980) 

Salomón, rey de Israel (961-922 a.C.) /// Syrinx (en la mitología),-ninfa perseguida inalcanzablemente por Pan-, representa la última canción del dios antes de morir 

Zaccai de Tiberías (denominación de mercaderes cuya base fue una ciudad ubicada a las orillas del mar de Galilea),

sr  

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